LA IGLESIA
DE BELLAVISTA
No
era fácil, no, disociar la visión mantenida desde aquel lejano día donde en el
mismo lugar que ahora hollábamos fue
depositado el ataúd del último “General Manager” de la otrora célebre Compañía,
-tan distinta a la de Jesús- con la seguida por una audiencia, algo
minoritaria, pero muy aplicada a las charlas/conferencias de esforzados y
capacitados profesores de la Universidad de Huelva, impartiéndolas en un curso
de verano que, acertadamente, eligieron el sitio ideal para ejercer la
docencia.
Nos
referimos a la antigua iglesia
presbiteriana de Bella Vista, mucho más conocida en la actualidad que lo fuera
en tiempos pasados y punto hoy de obligada visita para rutas turísticas
locales.
Acudían
las reminiscencias justo en un receso, al término de una clase interesante, a
la expectativa de otra, no menos prometedora. Los mullidos y viejos bancos, cubiertos
con rojos almohadones, invitaban cómodamente a meditar, bajo las entrecruzadas
cerchas de la techumbre, ojivales ventanas, carcomidas maderas del piso e
incluso el silencioso órgano, que habían sido mudos testigos de un tiempo
pretérito y desde los cuales destacó, el desaparecido facistol donde el
Ministro de turno exhortaba a la foránea feligresía al cumplimiento de las prescripciones
bíblicas, muy a tono con las doctrinas de la Reforma Protestante
del siglo XVI
Forzando
la memoria, diseñaba de forma precisa aquél lejano día de Septiembre del año
1955 en el que la “Hermana Muerte” se fijó en ese Manager, llegado a Rio Tinto
en 1923 para ponerse a las órdenes, entonces, del inefable Browning. En la
citada fecha anterior, al brillante
ataúd a los pies del altar, lo cubría la bandera británica.
Se
trataba de Charles Robert Julian sobre quien el diario Odiel Nº 5140 publicó su
obituario. (8 -9-1955)
Era
evidente que con éste suceso se cerraba
el rito protestante que había sido impartido y perdurado en la colonia inglesa
desde antiguo, en tan singular edificio, que vino a sustituir al construido en
madera, exhibido en la Exposición de Madrid de 1883.
Desde
el año 1881 el Presidente Matheson había mantenido conversaciones con las
autoridades de la Iglesia Presbiteriana, en Escocia, (de cuya comunión era
ferviente miembro y destacado “eldest”) dando por resultado en el mismo 1883, la designación del Rvd. David McDonald para
administrar las doctrinas de dicha fe, en Rio Tinto, en tanto que en 1885 el
Board de la Compañía aprobó el nombramiento del Rvd. J. Felfer para
establecerse en Huelva.
El
mencionado primer Capellán se vio obligado a dimitir, en 1887, cuando su esposa
contrajo una enfermedad coronaria, siendo sustituido por el Rvd, John Jeffrey
que, a su vez, permaneció en el empleo hasta que sus ojos nublados por la
ceguera en 1909, le obligaron al retiro. En este escocés recayó el honor de
inaugurar el edificio que se construyó en 1891 pero que presumiblemente, no se
abrió al culto hasta 1893.
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