EN TIERRA DE ZALAMEA
Aún no tengo aclarado el poso de afecto que quedó en
mí., desde lejana infancia, por el vecino pueblo de Zalamea la Real.
Ya de “mayorcito”, echo atrás la memoria y, tal vez el
origen de ese sentimiento hunda las raíces en el nacimiento de mi desaparecida
madre en dicho lugar. Pero estando muy guardado memorísticamente, es superior a
otros, aunque de menor importancia, que dejaron indeleble huella en infantiles
percepciones.
¿Tan lejanos quedan los años 1947/48 cuando funcionaba
a pleno rendimiento el inefable ferrocarril de la
Rio Tinto Co, en su ramal de Zalamea?.
Aquél ingenio acortaba la distancia entre El Valle y la Estación Nueva , donde
finalizaba el recorrido por 10 céntimos
el billete de “particulares”, pero para
el chaval que viajaba con su abuela -quien portaba unos duros, recuerdo, con el busto de Séneca estampado-, (no
muchos), para comprar y regalarnos las Navidades con salchichas, tocino,
aguardiente y mistela, era toda una aventura y, esta comenzaba al bajar desde dicha Estación hacia el casco de la población.
¿No podía quedarme un ratito más en aquél maravilloso
pilar, donde tantos peces ¡de color rojo¡ se visualizaban, tan distintos a esos otros del Dique Zumajo?
¡Qué precioso viaje, Dios mío¡…. Y, encima, tras la compra en una tienda que
olía a reciente matanza, llegaba el premio de la prueba…. ¡¡chicharrones!.
!Benditos efluvios¡, quizás por idealizados, difíciles de olvidar
junto a trato y vivencias, más recientes con amigos,
algunos con los que ya no se puede contar y otros que, afortunadamente, en el
pueblo permanecen.
Así que, Zalamea,
por ocupar preferente espacio en mis recuerdos, capta especial atención
en determinadas ocasiones cuando “tropiezo” con eventos y/o situaciones
curiosas de retener y proceden de allí.
La siguiente, por ejemplo, puede ser
consecuente con un repaso al Registro de defunciones del antiguo
Vice-Consulado Británico de Huelva que anota el fallecimiento del súbdito
inglés, JOHN EDMUND HAWORTH acaecido
en Zalamea el 24 de Septiembre de 1908, sin tan siquiera añadir una
escueta nota marginal explicativa del
deceso (tampoco tenía por qué hacerse) pero apreciando insuficiente el dato para quienes analicen la concurrencia de
extranjeros en la provincia y estimulando, a pesar de ello, el seguimiento del repetido evento hasta un
resultado satisfactorio.
Como
queda expresado, la fecha y lugar
abrieron el camino más inmediato para una fehaciente comprobación y,
lógicamente, conducían al Registro Civil del municipio, donde con
incuestionable certeza quedó asentado el fallecimiento que nos ocupa. La
información que se detrae del documento es sorprendente, al expresar en primer
lugar la causa de la muerte, siéndolo el
inusual caso de, Homicidio. (?)
Evento atípico al fin,
que con analogía a otro posterior acaecido en Rio Tinto, en 1915, se
ofrecía apetente para el estudio
Pero si sorprende –en contraposición al referido y, en
absoluto cuestionado documento-, anteriormente mencionado, con la
Partida de Defunción,
por la falta de rigor del periódico que citaremos más adelante, ante el
agravante de ser en 1908, probablemente, el más leído en la provincia de
Huelva.
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