lunes, 9 de julio de 2012

SANGRE Y LAMENTOS



                                                               SANGRE Y LAMENTOS
En la zona siempre fue novedoso y muy comentado el relevo en la Dirección de las Minas y, quizás, ó sin quizás,  podríamos encontrar justificación a esta puntualización, porque dependiendo del carácter y predisposición del “personaje”, designado por el Consejo de Administración en Londres, se esperase de  él una relativa comprensión hacia los problemas sociales, tanto del colectivo autóctono como del extranjero.

Nos permitimos reproducir en parte y,, seguidamente, la narración que en su Tesis Doctoral, presentada en la Universidad de Sevilla, expresó el Prof. L. Gil Varón, acerca de los acontecimientos previos, enmarcados en el año 1888,de tan tristes recuerdos para Rio Tinto:

“Unos días antes de la última semana de Enero de 1888, había llegado a Rio Tinto, William Rich, el nuevo Director, con órdenes concretas de Londres para acabar con el desasosiego social y las frecuentes huelgas y quejas que organizaban los obreros, que se consideraban afectados en primer lugar por el problema de los humos, ya que cuando no podían trabajar porque el humo era muy denso e irrespirable, no ganaban más que la mitad del jornal.
Estas quejas y, otras provocadas por la dureza con que Rich quiso empezar su actuación con los obreros, produjeron un clima demasiado cargado en toda la zona ante la manifestación del 4 de Febrero. Por eso acudieron tropas de Infantería y se reforzaron los efectivos de la Guardia Civil, de tal manera que cuando la manifestación llenó la Plaza de la Constitución enarbolando banderas y carteles contra la Compañía y los humos, el complejo parecía un campamento militar y se veía que un enfrentamiento sería muy desgraciado.
Y así sucedió.”


Sirva el párrafo que antecede de introducción sobre la trayectoria más llamativa, de cara a la sociedad, del nuevo Director, cuyo papel en el sangriento suceso acaecido en la Plaza de la Constitución, posiblemente pudo haber tenido consecuencias menos graves si hubiese escuchado a su experimentado antecesor, James Osborn, más contemporizador y mucho menos inflexible que Rich.
Derivado del terrible suceso, Londres resolvió que, en adelante, determinadas políticas serían competencia directas del Consejo y, consecuentemente, restringió de los que disponía el Director.
El repetido Mr. Rich, a pesar de todo, continuó en Rio Tinto hasta el 11 de Abril de 1900, no sin antes en 1891, haber tenido el honor de recibir la visita de la Infanta, Dª Eulalia de Borbón, (Hermana del Rey, Alfonso XII)   y su esposo, D. Fernando de Montpensier, a la Mina.

Es obvio que todas las personas de la cuenca, aunque haya transcurrido un siglo y cuarto de aquel terrible suceso, les quedó la memoria consuetudinaria, en el ámbito familiar, y también escrita  por muchos historiadores e investigadores,  que la plasmaron en estudios y libros merecedores de atención. Por consiguiente, no parece ocasión de repetir lo ya tratado. No obstante, entre los trabajos llevados a cabo al respecto, merece resaltar el titulado, “120 Aniversario del año de los tiros. 4 de Febrero 1888-2008. (Las Teleras)” donde, muy documentalmente, nuestro amigo y paisano, Juan Manuel Pérez López, describe el evento de manera didáctica y precisa  hacia al cual nos remitimos.

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