miércoles, 11 de julio de 2012

Y PASO 1888


                                                                   DESPUES DE 1988
Tras los aciagos sucesos de 1888, la gente de la Mina encaraba otra etapa de sus vidas que  presentaba pocas perspectivas de mejorar el bienestar con respecto al trabajo y,  era inquietante la situación ante los despidos llevados a cabo por la Compañía, en algunos casos encubiertos, y otros de manera selectiva, especialmente, hacia obreros sospechosos de haber colaborado en los disturbios.

Pasados dos años, después de la dura represión inferida a la manifestación por el Regimiento de Pavía, la zona seguía en calma en la totalidad del establecimiento y, en honor a la verdad, habría que hacer constar que bajo el mandato de W. Rich se abrió la Corta de Filón Norte, comenzó la explotación de las Cortas del Lago y Dehesa, se montó la Fábrica de Acido Sulfúrico, ampliación de terreros, nuevo proceso de cementación natural sin quemar el mineral en teleras y adoptando, finalmente, el sistema Bessemer en la fundición para obtener el 99% de cobre metal.

Pero en la docena de años que abrirían las puertas al siglo XX (1888-1900) se gestaban acontecimientos que preocuparían tanto a la sociedad española como a la menos numerosa que constituía la británica en Rio Tinto y, por supuesto, no por falta de trabajo, como queda expresado,  puesto que también, en la construcción,  se acometió el edificio que se destinaba a la Iglesia protestante de Bella Vista, que habría de finalizar en 1891.

Y es que muchas familias, con hijos jóvenes en edad militar, les angustiaba la situación de inestabilidad y guerra larvada que se desarrollaba en las provincias de ultramar (que no declarada hasta los 4 últimos años del XIX) pudiesen participar, obligatoriamente en ellas, con la excepción de quienes dispusieran de determinada suma, con  la cual,  podían “comprar” su no incorporación al ejército.
No se había afianzado la política española en Cuba con la Paz de Zajón, firmada por el General, Arsenio Martinez Campos en Febrero de 1878,  y la insurgencia de la isla, (mambises). Todo quedó en un tenso “status” precario y muy seguido, interesadamente, por los EE.UU.
Posiblemente, un cúmulo de errores se dio en la manera de llevar los asuntos caribeños desde Madrid, siendo mayúsculo la determinación del Gral Valeriano Weyler, Comandante Jefe del ejército español, con su táctica de “Reconcentración” que aumentó el odio de la población autóctona hacia España. Aunque la “ guerra chica” comenzó en 1895 fue detonante, para la confrontación con Estados Unidos, el hundimiento del Maine, el 15 de Febero de 1898
Desde antes de 1895 el envío de soldados peninsulares a Cuba, Puerto Rico y Filipinas, había sido regular, embarcados en los puertos de Cádiz y Cartagena. En muchos casos, la prestación del servicio militar era de 3 a 4 años y, si con suerte regresaban, lo hacían enfermos por la malaria y otras enfermedades tropicales.
Tíos abuelos, de nuestra familia, pasaron esa larga prueba al retornar de Cuba y, determinada persona, también de Rio Tinto, largo período hubo de soportar,  primero en Puerto Rico y luego en Cuba, hasta su regreso a la Mina.
En aquél 1898, España no sólo  perdía las posesiones Caribeñas, y las Islas Filipinas, sino a muchos de sus hijos que, en Rio Tinto, no tuvieron “posibles” para ser liberados del desastre.





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