martes, 28 de agosto de 2012

1900 -CONTINUACION-

La citada Ley que firmaba D. Eduardo Dato –Presidente del Consejo de Ministros- y refrendaba la Reina Regente, vendría a engrosar el volumen de asuntos considerados por la Rio Tinto Co.,  de “relativo cumplimiento” y conocedora, mediante sus Servicios Jurídicos, de que ya en 1873 vió luz una norma, también plasmada en Ley de 24 de julio del mismo año, sentando el precedente de prohibir el trabajo a menores de 10 años y mujeres.
Si esta última fue de obligado cumplimiento….¿Para qué dictar otra similar?. Quizás no sea irracional pensar, que tanto la primera como igualmente la segunda, poco acatamiento tuvieron en las Minas de Rio Tinto, quedando, ¡eso, sí¡ cuidadosamente encuadernadas y archivadas en aquellas estanterías, que conocimos personalmente, en el depósito/archivo que ardió, hace unos años, situado a continuación del  conocido hoy, bar-restaurante  “La Fábrica”. (Lamentable incendio con el que, al parecer,  el fuego consumió la extraordinaria colección de la Gaceta de Madrid que, desde la fundación de la RTCL allí se conservaba e incluso, continuó en su nueva versión del BOE. ¡Una pérdida más que añadir a tantas como ha padecido el pueblo de RT¡
No escatimó noticias, dignas de comentar, el año 1900. Otra de ellas se produjo en el escalafón superior de la Compañía con el nombramiento de nuevo Director Gral para las Minas que recayó en el canadiense, William Arthur Carlyle. Como muchos de los que por allí pasaron, poco o nada se conocía de él: Nacido en Hamilton, Ontario, (Canadá) llegaba para desempeñar el importante puesto para el que había sido designado por el Consejo de Administración, contando 38 años  y había nacido el 31 de Marzo de 1862. Su formación con el título de Ingeniero de Minas y Metalurgia, lo obtuvo en la Universidad McGIll (Fundada en Montreal –Quebec- en 1821) Estaba casado desde 1894 con Helen Muirhead Spier, -canadiense- de cuyo matrimonio les nacieron los hijos, Arthur William y Kathleen.
Al reconocer la carencia de conocimientos, más amplios  sobre su personalidad, sólo había que esperar al inmediato comienzo de su gestión, dando tiempo entonces, a considerar el contenido del dicho: “!Te vás a enterar de lo que vale un peine¡” para asumir la dureza de su idiosincrasia.

No hay comentarios:

Publicar un comentario