En el ámbito industrial, así como en el civil, destacar pues, la inauguración de la Central Eléctrica, en 1909; Puesta a punto en Corta Atalaya de palas excavadoras adquiridas, tras haber dado servicio en el Canal de Panamá; Apertura del Túnel 16º piso; Repoblación forestal en terrenos de la zona; Inauguración, en Huelva, del Barrio Reina Victoria, -más conocido como Obrero-; Demolición de la Iglesia Parroquial del pueblo y construcción e inauguración de la nueva Parroquia en la barriada de El Valle; Nuevo Cementerio en barriada La Dehesa; Comienzo de las obras del Hospital Minero (hoy Museo); Facilidades para la instalación del Taller de Bordados en Alto de la Mesa; Conseguir la concesión, gratuita, de 7861 m2 en Punta Umbría para la construcción de la llamada “Peña”, etc-
Pero sería en el campo social donde adquirió significativo protagonismo exhibiendo, sin paliativos, la dureza que tanto apreció, su incondicional protector y valedor al contratarle, Mr. Fielding, a quien inspiró, especialmente, la máxima confianza el carácter del individuo que, sin duda, poseía la arraigada idea de mantener la máxima disciplina y, con ello, asegurar la producción en la medida que el Consejo estimara oportuno.
Sobre este último punto no fueron desacertadas las previsiones del Presidente Fielding ya que de las 14.592 Tons de cobre producidas a la llegada de Browning, se ascendió en años sucesivos hasta culminar en 1912 las 22.126 Tons jamás alcanzadas en el establecimiento, (Referencia : “Minería y Migraciones Rio Tinto, 1873-1973” de L. Gil Varón)
Si considerámos el dividendo repartido por la RTCL en el último y fructífero año mencionado, veríamos superó a los tres ejercicios anteriores, alcanzando (según Memoria de la misma Co.,) la suma de 90 shillings por cada título de £10. Es decir £4-1/2 y más concretamente, el 45% de rentabilidad.
¿Cómo no estar super feliz el Consejo con la acertada designación del benefactor Director, Walter J. Browning? Todo un caballeroso gestor, a quien nunca le faltarían los apoyos de aquellas personas que asumieron la inversión de Rio Tinto.
Pero aquel dorado rio no fluía para todos por igual y sus aguas ya corrían turbias en el otoño de 1912. Preocupación para el mimado gestor del Consejo de la Compañía comenzó a percibirla en Nerva.
Con la acostumbrada precisión, sus “contactos” le informaron de la firma del documento-base relativo a la Federación Nacional de Ferroviarios (Sindicato de Minas de Rio Tinto-UGT) que tuvo lugar en la calle Gallego Díaz Nº 4, de aquella localidad, llevado a cabo por Manuel Mantecón de la Rasilla, el 26 de Noviembre del mismo año.
Para alarma de su ultraconservadora posición, le llegaron noticias “muy de fiar” de que aquella organización obrera, pretendía oponerse a su propia concepción de dirigir los asuntos laborales, comenzando a plantear reclamaciones salariales y mejoras en los horarios de trabajo.
Adheridos a los contenidos del citado documento, fueron, entre otros: Martín Moreno Pineda, Luis Fernández Mula, Antonio Vázquez, Félix Lunar López, etc. todos trabajadores de la Compañía, excepto uno que no le sonaba, de momento, tuviese relación laboral con la Empresa.
Se trataba del ovetense, Eladio Fernández Egocheaga, afín a la doctrina socialista de Pablo Iglesias Posse, pero que en el futuro habría de llamarle “La chinche”, llegando a ser la molesta china introducida en su bota de montar.
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